La gastronomía no tiene fronteras y lo importante es educar el paladar para abrirse a las cocinas del mundo y apreciar los sabores auténticos. Esta reflexión nos acompaño durante nuestra velada en el Ergo Restaurante de Miranda de Ebro, donde disfrutamos de un excelente viaje gustativo en cada plato. Desgraciadamente el Restaurante Ergo ha cerrado sus puertas, pero siempre nos quedaran en el recuerdo los excelentes platos de Rubén Osorio.
Ergo Restaurante de Miranda de Ebro
En primer lugar vamos a recordar los secretos de la cocina del Ergo Restaurante de Miranda de Ebro, ubicado en la Calle de la Charca nº 10.
El local estaba mimetizado con los edificios residenciales, pero cuando nos aproximamos a la puerta comprobamos que era un establecimiento con personalidad. En el hall exterior disponía de una terraza muy acogedora que te invitaba a sentarte y te aislaba del entorno urbano.
Pasamos al interior y atravesamos la amplia zona del bar, decorada en tonos grises y marrones alternando con el blanco de las paredes de ladrillo. El mobiliario lo componían unos sillones y butacas muy vanguardistas.
Además, en el interior del comedor del Ergo Restaurante de Miranda de Ebro se mantenía el estilo moderno. Destacaba la amplitud de espacios y su pared cubierta de una cortina de cadenas metálicas que colgaban del techo hasta el suelo.
Cocina a la vista
Hay que decir que el ambiente nos recordaba a la sala de un museo. Aunque en este caso las efímeras obras de arte se encontraban expuestas en cada plato y se podía ver a los artistas elaborándolas en la cocina.
Nos acomodamos en una confortable mesa y después de repasar la carta nos decantamos por el Menú Degustación (54€/persona). La descripción de los ocho platos que componían el menú del Ergo Restaurante de Miranda de Ebro mantenía el misterio y transmitía muy buenas vibraciones.
Además decidimos armonizar la comida con una botella de Pruno 2015 ( 14,30€) un vino tinto con 12 meses de barrica embotellado bajo la DO Ribera de Duero. Entraba suave en boca y te dejaba un agradable recuerdo tostado y a fruta madura.
Con el pan llegaron a la mesa unos boles con Sal de Añana y AOVE ecológico Duernas, un aceite cordobés elaborado con envero de aceituna arbequina.
Rubén Osorio, creatividad en estado puro
Nos preparamos para realizar este viaje gastronómico que nos proponía Rubén Osorio, un cocinero nacido en Nueva York y con ascendencia cubana. Tras formarse como cocinero y trabajar en varios restaurantes de prestigio ha recalado en el Ergo Restaurante de Miranda de Ebro, su ciudad de residencia.
En los fogones de este restaurante desarrolla sus ideas culinarias basadas en una cocina con sabores de siempre pasados por el filtro de su técnica creativa y con la influencia de los aires del continente americano. Recientemente en abril de 2018, ha conseguido el tercer puesto en el VII Concurso cocinero del año, con varias de sus especialidades.
Primeros platos
Comenzamos con el Chicharrón en su tinta, un crujiente de sepia con lima, cilantro y esferas de chile coreano. Cada ingrediente hacía su función y sobresalía el sabor en su conjunto.
Pasamos al Royal de mango y ostra, compuesto por un tartar de ostra y lima perlada con un royal de curry verde y mango, entre otros ingredientes. Un plato con una presentación y un sabor sorprendente.
Llegó el turno del plato denominado Primeros brotes, una creación gustativa construida sobre la base de unas huevas de trucha ahumadas y la yema de un huevo cocinada a baja temperatura. Completaban el cuadro una crema de coliflor, varios cereales y una tierra de remolacha ahumada. El punto final lo ponían unas emulsiones de cebollino, hinojo y anchoa. Todos estos ingredientes cabían en el plato y ninguno desentonaba.
Segundos platos
Del mar apareció sobre la mesa el plato de Rodaballo, limón y triguero. Un pescado bien cocinado acompañado de una espectacular mantequilla de guisantes y el gusto de los espárragos trigueros.
El siguiente plato Nueva Habana nos trasladó a las viejas calles de la capital de Cuba, mostrándonos su personal interpretación de los frijoles negros. Un cuadro colorista con un jugoso dado de carne de cerdo rodeado de un humus de frijoles con cebolla encurtida y aguacate. Acompañaban el plato un delicioso carbón de yuca y una esfera de tamal. Una simpática camarera remató la obra vertiendo el caldo de los frijoles sobre esta creación culinaria con un sabor suave y delicado.
En el plato de carne degustamos Pichón y trufa, un ave hecha a baja temperatura y marcada a la plancha, sobre un guiso de trigo, una esfera de queso comté y un gel de romero. Nos sorprendieron gratamente la falsa trufa de garbanzo y setas y la de paté de pichón. Otra pequeña obra de arte en el plato.
Postres
El momento dulce vino con un marcado acento internacional, comenzando con el Nopal, tequila, aloe y sisho, un guiño a la cultura de México. El plato venia presidido por un helado de nopal, un tipo de cactus mexicano, coronado por un algodón de sal de gusano. Se completaba este postre refrescante con una base de hielo de caramelo de tequila, efervescente de lima y daditos de gelatina de shisho y whisky.
El paseo dulce finalizó con el Ponche de huevo, una alusión a la costumbre de los norteamericanos de consumir este dulce en la época navideña. Pura plasticidad y sabor. Elaborado con una roca blanca crujiente de flor de azahar y de chocolate sobre un bizcocho de chocolate con mazapán. Completaban el postre unos daditos de gelatina de whisky y de pera y una crema pastelera.
Ergo Restaurante de Miranda de Ebro, un escenario perfecto para el deleite del paladar, donde todos los ingrediente encajaban perfectamente en cada plato. Unos cuadros gastronómicos que proporcionaban una experiencia única en cada bocado. Una pena que este gran restaurante haya cerrado sus puertas.
Ergo Restaurante
Dirección: Calle la Charca, 10, Miranda de Ebro
Cerrado permanentemente