A finales de otoño nos acercamos hasta Briñas la puerta de La Rioja y pasamos un día en este coqueto pueblo riojano cercano a Haro y colindante con Rioja Alavesa, entre la Sierra del Toloño y el río Ebro.
Briñas la puerta de La Rioja
Durante esta jornada descubrimos algunos secretos de su historia, recorrimos sus paisajes y probamos los vinos y la gastronomía riojana. Además aprovechamos para visitar a Jesús, el responsable del alojamiento rural Casa de Legarda de Briñas.
Puente de Briñas
Comenzamos la jornada en la parte baja del pueblo, paseando por la ribera del río Ebro hasta el Puente de Briñas, una impresionante construcción de estilo gótico realizada con piedra de sillería.
Disponía de siete ojos de arcos apuntados y de medio punto con seis machones con forma de proa aguas arriba y rectos aguas abajo. Al cruzarlo disfrutamos de una fantástica panorámica del río y de los campos pincelados con los colores del otoño.
Santuario Celtíbero jarrero de Piedra Redonda
Desde allí tomamos el camino de la izquierda y nos dirigimos hacia el enclave del Santuario Celtíbero jarrero de Piedra Redonda, situado en el Meandro Tondón, que daba nombre a los viñedos y al famoso vino Viña Tondonia.

El año pasado tuvimos la ocasión de participar en una excursión organizada por Jesús, responsable de Casa de Legarda. Durante la misma descubrimos la ruta desde Haro hasta Piedra Redonda, donde parece ser que existió en la antigüedad un Santuario Celtíbero.
Continuamos por la pista de tierra junto a los viñedos tapizados por el color del otoño y probamos algunas uvas, de las que quedaban olvidadas después de la vendimia. Finalmente llegamos hasta el Santuario Celtíbero jarrero, que emergía como una pequeña isla en el Meandro Tondón.
Calles de Briñas
Cuando regresamos a Briñas paseamos por las calles del centro, entre edificios de piedra con sus fachadas que lucían grandes blasones.
Durante el paseo nos dejamos llevar entre calles y disfrutamos del silencio de este pueblo que en la temporada veraniega se llena de visitantes.
Bodega Ramón de Ayala e hijos de Briñas
Mas tarde entramos en un bar de la plaza donde tomamos una copa de vino blanco y tinto Viña Santurnia (0,80€/copa) de Bodegas Ramón de Ayala Lete e hijos de Briñas.


Mesón Chomin
Luego nos dirigimos hacia la parte alta del pueblo para comer en el Mesón Chomin, situado en la calle de la Fuentecilla, junto a la carretera N-232-a, en dirección a Labastida.

Pasamos al comedor presidido por un cuadro del perfil de Piedra Redonda en el Meandro Tondón y tomamos asiento junto a la puerta de la cocina.

Después de repasar la carta pedimos unos Espárragos de Navarra (9€) y una Menestra de verduras (10€), que parecía que era la especialidad de la casa.


Continuamos con unas Chuletillas de cordero al sarmiento (9€) que venían presentadas en una pequeña parrilla con brasas y unas Patitas de Cordero en salsa riojana (6€).


En un ambiente bullicioso degustamos algunas de las especialidades riojanas que servían en el Mesón Chomin de Briñas.
Casa Legarda
Después de comer nos dirigimos a la Casa Rural Casa de Legarda, en la calle Real nº 17. Allí nos esperaba Jesús, el responsable de este alojamiento rural que ocupaba una casona riojana del siglo XVII, totalmente reformada y acondicionada en 2005.


Patxarán casero
Una vez que nos enseñó las coquetas habitaciones pasamos al comedor y tomamos un café. Además probamos el patxarán casero Sangre del Santuario, elaborado por él mismo, con las endrinas recogidas en los aledaños de Piedra Redonda.
Durante este encuentro con Jesús recordamos la excursión que hicimos el año pasado desde Haro hasta el Santuario Celtibero, un importante resto de la historia de esta comarca riojana, del que era un auténtico apasionado.
Embarcadero del Ebro
Después de una agradable sobremesa nos dirigimos hacia la parte baja del pueblo, donde había un pequeño embarcadero junto al río Ebro.

Además en el embarcadero se podían alquilar piraguas para surcar las mansas aguas del río, que separaban Briñas de la localidad de Haro, de la que formó parte como un barrio más hasta el año 1632, cuando adquirió rango de pueblo.

Desde aquí, también se observaba el nido de una cigüeña blanca asentada en la torre de la iglesia.

Además desde el embarcadero, tomando el camino de la derecha, se llegaba hasta el Puente de Briñas, antes mencionado.
Fuente de Briñas
Junto al embarcadero había una curiosa fuente, cuyas aguas nacían por debajo del nivel del Ebro. Por este motivo tuvimos que descender unos veinte escalones de piedra para acceder a la fuente, que estaba encajonada entre unos muros de piedra. Sobre los dos caños de agua había un pasadizo abovedado, construido sobre el siglo XII.

El agua de la fuente se encauzaba a través de un desagüe construido en la antigüedad que desembocaba en el río.

Iglesia de Nuestra Señora de la Asunción
Continuamos nuestro recorrido por Briñas y llegamos a la Plaza de la Constitución, donde se ubicaba el Ayuntamiento y la Iglesia de Nuestra Señora de la Asunción, de estilo barroco, construida entre los siglos XVI y XVII.

Para acceder a la iglesia había que subir por una escalinata que finalizaba en una plaza protegida por unos muros bajos de piedra. En la parte superior de los muretes se apreciaban los surcos horadados para colocar los mosquetes durante las guerras carlistas.

En los sótanos de la Iglesia se ubicaban varias bodegas y en los alrededores del templo se emplazó en la antigüedad el cementerio de la localidad. A lo largo de la historia, Briñas ha sido un paso obligado para las diferentes civilizaciones que han surcado la comarca y se cree que albergó la mansión romana de Deóbriga.
Mirador del Rollo o Mirador del Ebro
Después subimos por las calles empinadas en dirección del Mirador del Rollo, ubicado en el cerro del antiguo barrio de las bodegas, en la parte alta de Briñas.

Desde allí se disfrutaba de unas vistas privilegiadas de la parte baja del pueblo, del río Ebro y de la Sierra del Toloño.

Además, en la otra orilla se podía distinguir el Santuario Celtíbero de Piedra Redonda, entre las grandes extensiones de viñedos de todos los colores.

Vistas espectaculares
El Mirador del Rollo era un sitio muy acogedor, con unas vistas espectaculares de Briñas.

Sobre el suelo del montículo había varias chimeneas construidas con piedra de sillería, que servían de respiraderos para las antiguas bodegas o calados que se construían bajo tierra.

Con las luces encendidas de las farolas del pueblo finalizamos esta jornada en Briñas, un pueblo de La Rioja que esconde muchos secretos guardados a lo largo de la historia y que bien merece una visita.