Durante una de nuestras visitas a la comarca de Las Merindades de Burgos realizamos la Ruta del Desfiladero de los Hocinos en Valdenoceda, caminando por varias pasarelas clavadas a la pared de roca sobre el cauce del río Ebro. Hay que decir que era un trayecto fácil de unos 7 kilómetros (90 minutos/ida y vuelta) que discurría junto al río Ebro, entre espectaculares murallas rocosas.
Después de hacer la ruta nos acercamos hasta Valdenoceda, para conocer este bello pueblo burgalés y comer en uno de sus restaurantes.
Ruta del Desfiladero de los Hocinos
La Ruta del Desfiladero de los Hocinos formaba parte de la 7º etapa del Camino Natural del Ebro (GR-99) y discurría entre los valles de Manzanedo y de Valdivielso, muy cerca de Villarcayo.
Además del atractivo paisaje tenía un plus de aventura, ya que se caminaba sobre varias pasarelas metálicas sobrevolando la orilla del río Ebro, que atravesaba el desfiladero de los Hocinos.
Primeramente partimos en coche de Villarcayo hacia Valdenoceda tomando la carretera N-232 y después de cruzar Incinillas, cruzamos el desfiladero por una sinuosa carretera hasta el Puente del Aire, antes de llegar a Valdenoceda.
Nada más atravesar este puente sobre el río Ebro, nos desviamos a la derecha por una pista de tierra. Enseguida llegamos a una zona de recreo junto al cauce del río, con mesas y una barbacoa.
La ruta del Desfiladero de los Hocinos estaba indicada y comenzaba siguiendo un camino flanqueado por chopos.
Luego dejamos a la izquierda un sendero indicado como ruta PRC BU-186 que ascendía hacia las Ruinas de San Cristóbal (7km) y que llegaba hasta Valdenoceda (10,2 km) y continuamos por el Camino Natural del Ebro pegados al cauce del río.
Fuente de Marfil
Más adelante encontramos la Fuente de Marfil, una pequeña presa que recogía el agua de varios arroyos de la Sierra de Tudanca.
Para continuar nuestro camino cruzamos un arroyo por una pasarela metálica.
Paredes de roca espectaculares
El sendero era cómodo y discurría entre árboles a la sombra de las impresionantes paredes rocosas.
Mientras caminábamos por debajo de estos muros rocosos intentábamos imaginar y sacar algún parecido a las formas caprichosas de las rocas.
También contemplábamos la bonita estampa de la pared derecha del desfiladero iluminada por los rayos del sol.
Sendero junto al río Ebro
Continuamos por un camino tapizado de hojas secas internándonos en un bosque. Mientras lo cruzábamos nos íbamos encontrando con diversos árboles como hayas, robles, madroños acebos y encinas, entre otros.
Aunque las aguas bajaban tranquilas en este tramo de río, se podían ver los restos de alguna riada reciente.
Además el río se iba haciendo más presente con el sonido de sus aguas que bajaban rápidas. Por este motivo descendimos en varias ocasiones hasta la orilla para disfrutar de este espectáculo natural.
Primera pasarela de los Hocinos
Después de caminar por el bosque llegamos a las escaleras de la primera pasarela metálica clavada a la roca.
Era un tramo corto pero nos permitió seguir la marcha, esquivando el cauce del río Ebro.
A continuación aparecieron unos pequeños maderos que sobresalían en el suelo. Seguimos su rastro que nos llevó hasta una gran roca.
Debido a su gran tamaño tuvimos que subir por una escalera metálica que nos permitió seguir paseando junto al río Ebro.
El paseo era muy ameno y los árboles aparecían engalanados con el colorido de sus diferentes frutos.
Segunda pasarela de los Hocinos
Pronto apareció la segunda pasarela de los Hocinos, que era un poco más larga y bordeaba la pared de roca asomándose al Ebro.
Mientras cruzábamos la segunda pasarela de los Hocinos veíamos las aguas de este río a través del suelo enrejado.
Desde esta plataforma se disfrutaba de una bonita panorámica del río Ebro, embutido entre el Desfiladero de los Hocinos.
Bosque otoñal
Debido a la amalgama de colores otoñales y al reflejo del sol, el paisaje parecía mágico. Por este motivo después de pasar esta pasarela seguimos caminado junto a la ribera del Ebro.
Pronto encontramos una pequeña presa natural que atravesaba las aguas del río Ebro.
En este punto entramos en un precioso hayedo. Debido a la época otoñal nos dejamos seducir por los colores tostados de las hojas de las hayas.
Después de caminar por el hayedo salimos a un espacio abierto y atravesamos un pequeño humedal sobre una pasarela de madera.
Más adelante nos topamos con una valla que cortaba el camino y tuvimos que dar la vuelta.
Desde allí, en la otra orilla del río se veía la carretera que cruzaba junto a la Granja Hocinos. Ante la imposibilidad de seguir la ruta, volvimos por el mismo camino hasta llegar al aparcamiento, junto al Puente del Aire.
Visita a Valdenoceda
Para rematar esta bonita jornada nos acercamos en coche hasta la localidad cercana de Valdenoceda.
Primero recorrimos sus calles y llegamos hasta la Torre de Valdenoceda o de los Velasco. Concretamente, esta torre era el único resto que quedaba en pie de un castillo construido entre los siglos XIV y XV.
Además, muy cerca se encontraba la Iglesia de San Miguel Arcángel, una construcción románica que había sufrido muchas modificaciones.
Bar La Bodega de Valdenoceda
Después de este paseo decidimos comer en el Bar La Bodega, situado junto a la carretera.
Aunque era un poco tarde y estaba llenó de gente, nos hicieron un hueco y nos sentamos en una pequeña mesa. Había varias opciones para comer. Finalmente nos decantamos por un Menú de verano (12,50€) compuesto de lentejas estofadas, lomo con pimientos, helado y una consumición.
Además probamos el Menú entrecot (10€), un plato combinado que acompañamos con con una copa de vino tinto rioja crianza. Un comida bien preparada que nos sentó de maravilla.
En definitiva, una jornada muy interesante por las Merindades, en el norte de Burgos. Primero realizamos la ruta del Desfiladero de los Hocinos y después nos acercamos a Valdenoceda para descubrir algunos de sus encantos y disfrutar de la gastronomía local.