Durante nuestro recorrido por la costa gaditana visitamos la ciudad de Cádiz y navegamos por el río Guadalquivir desde Sanlúcar de Barrameda a Doñana. También nos acercamos hasta la costa de Conil de la Frontera, que contaba con extensas playas y pequeñas calas vírgenes resguardadas entre los acantilados. En nuestro caso nos decantamos por disfrutar de las playas de Conil realizando una ruta por las Calas de Roche. Un agradable paseo de unos 5 kilómetros (ida y vuelta) por los senderos de los acantilados de Roche paseando por sus tranquilas calas vírgenes de arena blanca bañadas por aguas cristalinas.
Ruta por las Calas de Roche descubriendo las playas de Conil
En primer lugar nos desplazamos en coche hasta la costa de Conil de la Frontera y después de atravesar la Urbanización Roche Residencial continuamos por una carretera paralela a las Calas de Roche, donde había aparcamientos habilitados en el arcén.
Nosotros nos acercamos hasta el Faro de Roche, donde aparcamos el coche e iniciamos esta Ruta por las Calas de Roche para descubrir la belleza de las playas de Conil.
Faro de Roche
El Faro de Roche fue construido en 1983 sobre los restos de una torre vigía almenada del siglo XVI y estaba ubicado en el Cabo de Roche.
Desde allí se contemplaba a la izquierda el Puerto deportivo y las playas que rodeaban la localidad de Conil de la Frontera, como Cala del Aceite y la Playa de El Palmar. Incluso se podía distinguir al fondo el Faro de Cabo Trafalgar.
Dejamos atrás el Faro de Cabo Roche y tomamos el sendero de la costa en dirección a las Calas de Roche o de Poniente situadas al norte de Conil de la Frontera. Un paseo de unos 5 kilómetros (ida y vuelta) desde el Faro de Roche hasta la Playa de Roche situada junto a la Urbanización Roche Residencial.
Durante el recorrido alternamos tramos de tierra con unas pasarelas de madera y pasamos por la Cala del Faro, la Cala Tio Juan Medina, la Cala El Pato, la Cala El Frailecillo, la Cala El Áspero, la Cala Encendida y la Playa de Roche. Además cuando la marea estaba baja se podía pasar por el agua entre las rocas que comunicaban algunas de estas calas.
Cala del Faro
La primera playa que encontramos fue la Cala del Faro, que estaba escondida al fondo del acantilado. Debido a un desprendimiento no se podía bajar por las escaleras que se encontraban sepultadas entre las rocas.
Mientras paseábamos por el sendero disfrutamos del paisaje rodeados de enebros costeros, una especie autóctona protegida que se estaba intentando recuperar. Además esta zona de la costa formaba parte del corredor migratorio del Atlántico Este, por donde pasaban gran cantidad de Espátulas Comunes en su viaje hacia África.
Cala Tio Juan de Medina
Continuamos por el sendero y llegamos hasta la Cala Tio Juan de Medina y bajamos por unas escaleras hasta esta playa de arena fina, rodeada de grandes rocas que escondían tranquilos rincones. Esta cala era muy acogedora y solo se llenaba cuando soplaba el viento de levante, ya que estaba bastante protegida entre los acantilados.
Cala El Pato
Después subimos hasta el sendero y mas adelante encontramos otra cala frecuentada por nudistas o naturistas y que se comunicaba por un pasillo de rocas con la Cala El Pato.
Continuamos hasta la Cala El Pato, cuyo nombre se debe a una roca con forma de pato, situada a la izquierda del arenal.
Bajamos por unas escaleras talladas en la roca hasta esta coqueta playa, que estaba protegida del viento por las rocas y los acantilados. Como todas las Calas de Roche destacaba por su belleza natural y su tranquilidad que te animaba a bañarte en sus aguas.
Cala El Frailecillo
Cuando volvimos al sendero sobre los acantilados de Roche seguimos caminando hasta la Cala El Frailecillo, un bonito arenal al que accedimos bajando por unas escaleras. Esta playa era la última que se encontraba rodeada de un paisaje natural virgen, ya que al final de la cala ya se podía ver la silueta de un hotel, que formaba parte de la zona urbanizada. A pesar de este impacto visual mantenía su encanto y era una playa muy acogedora.
Cala El Áspero
Después volvimos al camino, bordeamos el hotel y continuamos por un sendero cruzando un puente de madera que nos llevó hasta las inmediaciones de la Cala El Áspero. Esta playa, aunque mantenía su belleza natural, se encontraba frente a varios hoteles y casas de la Urbanización Roche. Por este motivo era muy frecuentada y perdía un poco el ambiente tranquilo de las anteriores calas de Roche.
Cala Encendida
Siguiendo por un sendero de la costa que bordeaba la zona urbanizada llegamos hasta Cala Encendida, la última de las Calas de Roche, con varias pasarelas de acceso. Cala Encendida era una bonita playa con todos los servicios e incluso contaba con un restaurante sobre el acantilado.
Playa de Roche
Al final de Cala Encendida se encontraba el Mirador de la Playa de Roche, desde donde se podían contemplar unos preciosos atardeceres. Además se accedía a la Playa de Roche, un extenso arenal que se comunicaba con la Playa El Puerco y continuaba hasta enlazar con la Playa La Barrosa de Chiclana.
Después de disfrutar de las Calas de Roche regresamos de nuevo por el sendero de la costa hasta el Faro de Roche.
Cementerio de anclas y río Roche
Antes de abandonar este espectacular paisaje costero nos dirigimos en coche hacia el Puerto deportivo para contemplar el curioso Cementerio de anclas, ubicado en el aparcamiento del Restaurante El Tergal.
Además muy cerca se encontraba el cauce del río Roche que desembocaba en el Océano Atlántico.
Una jornada muy interesante disfrutando de las playas de Conil mientras realizábamos una sencilla ruta por las Calas de Roche, un paraíso virgen en la costa de Cádiz.